martes, 3 de septiembre de 2013





LAS PREGUNTAS
 
Llevábamos media tarde con lo mismo: llena volquete, engancha volquete, transporta volquete, vacía volquete. Yo tenía las piernas rotas de tanto estar acuclillada sobre el suelo del garaje y el serrín empezaba a irritarme la nariz. Pero los niños, ya se sabe, son infatigables.
La cinta de los Fruittis se había terminado hacía tiempo y ahora eran las noticias de las seis, o de las siete, lo que el altavoz del radiocasette escupía con desidia. Lo de siempre: trifulcas políticas, derbys deportivos, guerras, terrorismo… Y un tipo con un curioso alias al que habían sacado de la cárcel.
 
¿Quién es Malasombra?- preguntó mi sobrino sin desviar los ojos del camión, que en este momento ascendía por una montaña de arena bamboleando su carga peligrosamente.
¿Quién?- respondí casi al tiempo que estornudaba.
 
Y él- Malasombra. El señor de que hablaban en la radio.
Y yo- Es un terrorista que acaba de salir de la cárcel.
Y él- ¿Y por qué estaba en la cárcel?
Y yo- Por poner una bomba que mató a varias personas.
Y él- Y ahora, cuando salga de la cárcel… ya no pondrá más bombas, ¿no?
Y yo- Pues a lo mejor sí. La cárcel castiga a los delincuentes pero no cambia sus ideas.
Y él- Entonces, y si puede que vaya a seguir poniendo bombas que maten gente… ¿De qué ha servido castigarlo? ¿Para qué sirve la cárcel? ¿Y por qué lo dejan salir si no están seguros de que no vaya a seguir matando gente?
Y yo- Voy a prepararte la merienda. Esta mañana he comprado un tarro de nocilla, que sé que te gusta mucho.
 
Me levanté del suelo, volví a poner en marcha el casette con la cinta de los Fruittis y salí  rumbo a la cocina pensando que es una lástima que a las ruedas de prensa no manden a niños de cinco años en lugar de a periodistas.

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