EL
LUNES…
Llegó
ayer viernes. Me esperaba en la puerta cuando volví a casa a la hora de comer.
La miré un tanto recelosa. Pensé en dejarla allí, en ignorarla, en
desentenderme de ella.
En
fingir que no era mi problema. Que hacer como si no existiera podría hacerla
desparecer de la faz de la Tierra. Que mirar para otro lado e ignorarla podría
alejarla de mí para siempre.
Pero
también supe que si no la recogía alguien acabaría por encontrarla y
entregármela en mano, con lo cual sería imposible decir que se trataba de un
error puesto que estaba bien claro que era mía. No podía cargar con el mochuelo
a nadie.
Así que
la metí en el bolso y una vez en casa la dejé sobre la mesa del salón.
Y ahí
sigue. No me atrevo a abrirla. Casi prefiero no leer el contenido. Llevo meses
esperándola y temiéndola a la vez. Desde que el gobierno anunció la última
subida. Aún estábamos en verano, pero yo ya me eché a temblar…
“¡Ostias!-
me dije- Cuando llegue la factura de la
luz del invierno me voy a cagar de miedo...”
Y ya ha
llegado.
El
lunes la abriré.
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