viernes, 26 de septiembre de 2014



LAS PITAS

Sus esqueléticas figuras, que no sé por qué me recuerdan a un candelabro judío, me han fascinado siempre que los he visto adornando los caminos de mi amada Almería. Se levantan a poca distancia las unas de las otras, marciales y a un tiempo indisciplinadas, como si todas escuchasen la misma música pero cada una la interpretase de un modo diferente: una orquesta caótica y dispar en donde el director se hallaba todavía amodorrado tras la siesta del séptimo día, ese que siguió a la formación del universo, y estas pobres se hubiesen quedado ahí, desamparadas y absurdas, sembradas al azar, como con prisa, una manera de pasar el tiempo entre la creación de los mares y del cielo… algo anecdótico; un vegetal como traído por los pelos, medio árbol medio planta, condenado al oprobio de ir consumiéndose lentamente entre chumberas, inclinado ridículamente su envarado tronco, como en un adiós de payaso que nunca acaba de marcharse, lanzando hacia el suelo sus brazos, una desesperada avanzadilla cuyo objetivo sería el de impedir el fin inevitable, que no es otro que el de que el leñoso tronco se desprenda de su base y se mezcle, descompuesto, con la tierra, para servir de simiente a nuevos árboles que se elevarán más tarde, intrigantes y frágiles, y habitarán la misma tierra pero en distinto tiempo…

Como nosotros. Que no somos tan distintos, ahora que lo pienso…

#SafeCreative Mina Cb

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