lunes, 22 de diciembre de 2014



EL COCINERO BESADOR

Era un tipo raro… Muy raro. O al menos eso creyó el director cuando le hizo la entrevista. Claro que le extrañó que un chaval tan joven y tan introvertido tuviera ya semejante currículum. Y que pidiera esos honorarios. Pero quería al mejor. Y el mejor era él, sin duda alguna. Había probado sus menús y tenían la particularidad de no saber como los de ningún otro restaurante. Algo ponía aquél hombre que dotaba a sus platos de un toque irrepetible cuyo secreto nadie conocía, pero que hacía que todos los locales por los que pasaba multiplicasen su clientela hasta generar unas listas de espera de meses.
Empezó a trabajar a la semana siguiente imponiendo una sola condición: la de que nadie estuviera delante mientras preparaba los ingredientes de los menús. De modo que cada mañana llegaba muy temprano, se encerraba en la cocina, elaboraba una lista, enviaba a alguien al mercado y después atrancaba la puerta de nuevo hasta que todos los elementos necesarios se hallaban dispuestos para ser manipulados por sus ayudantes, a los que en ningún momento quiso revelar el misterio de sus artes, que hicieron, en efecto, que el restaurante se convirtiera en un lugar de peregrinación en tan sólo unas semanas.
Se hallaba el director muy intrigado y decidió investigar. Parece ser que el chico no tenía novia, ni amigos, ni familia, y que había sido abandonado de pequeño, pasando de una institución a otra hasta ingresar en una escuela de hostelería en la que descubrió su verdadera vocación. Pero ni siquiera esta circunstancia podía explicar el secreto de sus fórmulas culinarias. Arrojaba, eso sí, algo de luz acerca de su carácter reservado y excéntrico, propio de alguien crecido sin afecto. Pero nada más. De modo que un día, ya muerto de la curiosidad, instaló una cámara oculta con el fin de saber cuál era aquel secreto que tanto se resistía a desvelar. Y la visión de la película le hizo estremecerse hasta los tuétanos. Y es que el hombre, una vez enclaustrado en la cocina, iba entreabriendo los paquetes uno a uno, lenta y delicadamente, al tiempo que los miraba con dulzura para, a continuación, tomarlos amorosamente entre sus brazos, donde los arrullaba, los ojos arrasados por el llanto, mientras depositaba sobre cebollas, puerros y merluzas todos los besos que la vida le había estado arrebatando desde el principio de sus días…

#SafeCreative Mina Cb

No hay comentarios:

Publicar un comentario