sábado, 28 de marzo de 2015



VENUS AFLIGIDO

Así, como lo leen. Venus afligido. Ni incompatibilidad de caracteres, ni carencia de atractivo, ni siquiera un despiadado exprimidor qua va pulverizando a todas mis medias naranjas. Me dice un a amiga medio astróloga (que no es lo mismo que medio bruja) que lo que me pasa es que tengo en la casa del amor a Venus afligido. Muy afligido. Y que eso hace que todos mis encuentros sentimentales se hallen salpicados de dificultades. Pero ahí no acaba la cosa. Y es que, además de afligido, lo tengo churruscado. Porque el pobre está a tan sólo siete grados del sol. Venus digo. El mío. Así que desde que lo sé me hallo viviendo sin vivir en mí. Vamos, que ni como ni duermo yo tampoco. De la aflicción también, que no voy a ser yo menos que mi Venus. Y es que a ver, lo de la incompatibilidad de caracteres se puede solventar haciendo terapia de pareja. Y lo de la falta de atractivo tiñéndose las canas y poniéndose tacones, que dicen que te levantan el culo y te vuelves irresistible. Y lo del exprimidor, pues no sé… alejándose de los enchufes, por ejemplo. Pero a lo de la aflicción de Venus no le veo yo un remedio a corto plazo. Y ya va estando una en edad de que si se descuida se le pasan el arroz, las almejas y hasta la pastilla de avecrem. Porque, a ver, si Venus estuviera molesto, enojado o incluso cabreadísimo la cosa podría tener remedio. Sería cuestión de montar bronca; de entrar al trapo… de gritar más que él, acojonarlo y hacerlo retroceder y retirarse así de esa posición que me está complicando tanto la existencia. Que se alejase unos grados del sol, tampoco mucho, que no quiero yo un novio de esos pegajosos que te acompañan a todas partes abriéndote las puertas y retirándote las sillas. En fin, que se descabrease pero sin llegar a convertirse en un corderito, que son muy ñoños y lo dejan todo lleno de boñigas.
Pero es que no está enojado, sino afligido. Y claro, no es lo mismo. Porque no sé bien qué hacer. Si le sigo la corriente y le digo que me da mucha penita me lo veo moqueando y con los ojos como tizones todo el día. Y sin arrancarse, que es lo que me interesa. Y es que la aflicción suele ser muy indecisa. Porque no es como la rabia o la desesperanza, que te producen reacciones drásticas que te impulsan en un sentido o en el otro… No… la aflicción es como muy paradita, muy de quedarse en el rincón snif-snif, qué desgraciadito soy, sorbiendo los mocos y sin mover un músculo. Y claro, tampoco lo puedo dejar así para los restos… o sea que he de idear un discurso firme y convincente al tiempo que amistoso que le ponga las pilas sin llegar a provocarle un cortocircuito. Que esto de la aflicción te deja hipersensible, bien que lo sé yo. Y eso es lo que me da miedo. No pillar la medida. Ser demasiado dura y, en vez de desafligirlo, desencadenarle una depresión que lo deje al borde del suicidio. Y que al menor descuido dé un salto y se estampe contra el sol. Y se me queme a lo bonzo el muy canalla.

Y entonces sí que se jodió el príncipe azul…

#SafeCreative Mina Cb
Imagen: Roberto Mangosi

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