lunes, 20 de abril de 2015



ALCOHOL: CANTIDADES Y CONCEPTOS

Muertecica me quedé la otra mañana en el trabajo. Unos chavales que parecían andar de barbacoa de fraternidad compraron un enorme paquete de latas de cerveza, uno de esos megaenvases de veinticuatro unidades envueltas en plástico transparente que uno ha de llevar forzosamente sobre las palmas de las manos como si fueran una tarta de merengue. Les ofrecí una bolsa para que no se viera el contenido.
“¡Bah! No hace falta- me respondió uno de los chicos- Con esto no llamas la atención. Tú vas por la calle con una barquilla de cervezas y nadie sospecha de ti. Otra cosa es si lo que llevas en la mano es una litrona”
Me quedé mirando al chaval como si fuera, qué se yo, la reencarnación de Séneca. Y a continuación me aguanté la risa como pude, rogando por que no se dieran cuenta de que el cliente que los seguía era un desaliñado transeúnte que sí quiso bolsa para su litrona de cerveza de marca blanca.

Y es que es lo que hay. Tú puedes ir por la calle con un carro lleno de paquetes de San Miguel, pongo por caso, y el personal te mira con envidia porque se imagina una fiesta de solteros en un piso con música, canapés de salmón y gente de ambos sexos pasándoselo pipa hasta las tantas. Vamos, que casi hasta te dan ganas de irte detrás y colarte, como los de Mecano, aunque no te hayan invitado. Y en caso de que te pillen decir que has venido a hacer la lectura del contador del gas. O a arreglar el enchufe. Que en todas las casas hay alguno roto.
Pero pobre de ti si te ven salir del súper con una botella de cerveza de las grandes. Aunque sea para estofar un pollo. Y más como hayas pasado mala noche y aún encima no hayas tenido tiempo de afeitarte. Porque la reputación de alcohólico ya no te la quitas en la vida. Y aún peor si eres mujer y bajas al colmado en bata. Yo, sin ir más lejos, llevo tiempo pensando en comprarme una caja de Franziskaner cuando las ponen al dos por uno pero me da vergüenza. Claro que estoy pensando que al final lo haré, y si me encuentro con alguien conocido le diré que es vajilla. Que mi hermana ha hecho limpieza en el salón y ha decidido regalarme ese juego de vasos que me gustaba tanto. Eso sí, tendría que precintar la caja, porque pegada tal cual que es como llega al súper me temo que iba a levantar sospechas.

Y así como que dándole a la chola, que soy yo muy dada a ello en estos casos, se me ha ocurrido que con el vino aún es peor. O mejor, depende. Tú te sientas en la calle con un tetrabrik del Eroski, aunque no lo hayas abierto, y te puedo asegurar que el banco es tuyo. No se te va a arrimar ni dios. Bueno, sí, a lo mejor algún pobre vagabundo que busca que lo invites. Pero haz la prueba de quedarte en la acera, al lado de un Mercedes, con media docena de cajas de botellas de Marqués de Cáceres descansando a tus pies como si estuvieras esperando a que vengan a abrirte el maletero y te aseguro que matas de envidia al personal.

Aunque el contenido de las cajas sea platos.

#SafeCreative Mina Cb

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