domingo, 12 de abril de 2015



SIN SITIO EN EL ARMARIO

Hay que ver qué poco sentido del humor tienen los hombres. Bueno, algunos. Mi último novio, por ejemplo. Que mira que se lo dije, no te vengas a vivir conmigo que el piso es muy pequeño. Que nos vamos a ir tropezando por todas partes y que además no tengo sitio en el armario. Pero el chico es cabezón como una mula. Y aragonés encima. Y no hubo forma. Al cabo de un mes de conocernos ya lo tenía en casa. No me dio opción. Mira que yo le dije que no funcionaría pero no hubo forma. Eso sí, como es apañadito me instaló un par de tabiques de pladur para acondicionar un estudio donde yo pudiera estar tranquilita con mis cosas mientras él se dedicaba a las suyas en otra habitación. Y partió en dos el armario, poniéndole unas baldas en la base que hacían que se arrastrasen los vestidos, por lo que me vi obligada a colgarlos doblados. Y a plancharlos después. Yo estaba un poco mosca y morgoneaba bastante, pero el tío tiene un aguante increíble; por muchas broncas que le montaba se me seguía comiendo a besos. Y me decía que eso era normal en los inicios… y que ya nos iríamos adaptando el uno al otro. Pero a mi el piso me iba pareciendo más pequeño cada día. Y no quería mudarme a otro más grande. Lo que quería era que él cogiera sus cosas y me dejara respirar. Que el amor caníbal me pone de los nervios. Y el estudio aquel de muros de pladur empezaba a producirme claustrofobia.

No fue deliberado. Lo prometo. Fue uno de estos encuentros tontos que te lían y para cuando quieres darte cuenta te has llevado al tordo a casa. Ya nos conocíamos de antes, la verdad, y él era mucho menos cuadriculado que mi novio. Cuando oímos la puerta no tuvimos tiempo de reaccionar. El pobre maño se quedó de piedra y yo no tuve mejor idea que musitar: “A ver… qué quieres… Me has achicado tanto los armarios que ya no tengo sitio para nada; que antes cabían dos como éste- señalé al fulano del catre- y ahora ya no meto ni a un pigmeo…”

#SafeCreative Mina Cb

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