lunes, 11 de mayo de 2015



EL PERRO… Y LA DAMA
(DE LOPE)

Querido mío:

 Tanto insistir que al final te has salido con la tuya. He rehecho mi vida. Pero del todo, vamos. Es más, no he guardado ni retales de muestra. Por tirar, he tirado incluso el jaboncillo con que tracé el patrón. Y ahora mismo estoy que no me reconozco. Hasta mi madre me lo dice “quién te ha visto y quién te ve, hija mía”. Creo que al paso que llevo mis vecinos acabarán por denunciar mi desaparición. De lo poco que paro en casa. Voy de un lado a otro. Me da lo mismo martes que domingo. Me apunto a un bombardeo y me la traen al fresco los cotilleos y el colesterol. Acepto invitaciones que siempre había rechazado y voy a sitios en los que no conozco a nadie. Y hasta la fecha no se me han comido, sino todo lo contario. He cambiado de sitio el mobiliario. Y hasta he tirado un tabique. Yo misma. A martillazos. Una mañana que me dio el punto y decidí que necesitaba espacio. Pompompom y ya está hecho: salón-cocina-comedor en una sola pieza. Y luego les pegué fuego las cortinas, que ya estaba aburrida de verlas. En el balcón, que menuda humareda. Y cambié la nevera, total, para qué quería una tan grande. Y el espacio que ha quedado libre lo he llenado de plantas. De plástico, que las naturales se me mueren. Y no pienso limpiarlas: cuando ya se me peguen a las manos de la grasa las echaré al contenedor y pondré otra cosa. Un gato de escayola, por ejemplo. Y me he apuntado a yoga. Y a Pilates. Que la mitad de los días no voy, pero como de vez en cuando se organizan cenas mola. Y eso que los del yoga son un poco raros. Con lo de las cenas digo. Claro que hay bastante ambiente porque como son tan zen se ponen hasta las trancas de marihuana. Y de infusiones de semillas de amapola. En fin… de todo hay que probar en esta vida. Que de todo se aprende y todo te enriquece. Y vaya, que la vida social es lo que tiene. La variedad. Es tan variada que a veces hasta te encuentras a gente interesante. Como él. Que no tiene ese yoquesé que tú tenías pero que la verdad es que me importa un bledo. Porque tampoco me monta un puertourraco cada vez que miro a otro por la calle. Aunque estemos en Córdoba en agosto y el pavo vaya vestido de esquimal. Que cualquiera no se fija. Pero es majo. Y simpático. Y más joven que tú. Y hasta que yo. Y más guapo. Que tú, naturalmente. Es más, mira si me gusta que he que me he agenciado una foto en la que está divino y la he puesto por todo: en la pantalla del móvil, en el ordenador, en la tablet… hasta dentro del armario la he pegado, que ahora parece mi ropero la taquilla del insti una adolescente. ¿Y para qué he hecho eso?, te dirás. Pues muy sencillo: cada vez que tú reapareces con tu zalamera estrategia del perro del hortelano, yo le echo un vistazo a su sonrisa franca y el complejo de dama boba se me pasa de inmediato.

Si es que es lo que tiene haber leído a Lope…

#SafeCreative Mina Cb

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