domingo, 21 de junio de 2015

 
 
PENSAR CON LOS DEDOS

No es escribir
dejar caer los negros caracteres
sobre el folio en blanco
mientras el tictac del reloj marca los tempos,
como los metrónomos de los músicos.

Ni contar las sílabas con los dedos
(mierda… son diez y no once, como en el resto de los versos…)
al tiempo que se busca un ritmo,
una cadencia,
una sonoridad
y una belleza inventada.

Ni escoger las palabras,
diccionario en mano
(o enlace de la Rae anclado a la barra de favoritos,
que ser poeta no tiene por qué significar ser un antiguo)
y cuadrarlas las unas con las otras,
encajándolo todo
como si fuera un tetris
o una de esas decoraciones árabes
en donde no pueden quedar espacios sin dibujos
(“horror vacui”, lo llaman)
porque por entre los vacíos puede colarse el mal.

Escribir es dejarse poseer por una idea que, de otro modo,
moriría,
anónima y triste,
arropada por muchas otras ideas similares
en las oscuras mazmorras del olvido,
es sentir que la música
que brota de no se sabe donde
se enlaza y se compone
y cae
(yo la siento)
desde las sienes hasta las yemas digitales
alborotando a su paso la sangre de las venas,
arrastrando el dolor y la congoja,
esparciendo consuelo,
renovando el espíritu,
sanando el alma,
liberando el cuerpo.

Escribir
es pensar con los dedos.

#SafeCreative Mina Cb
Imagen: Obra de Juan Manuel Lugo

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