miércoles, 24 de junio de 2015

 
 
TACOS ALTOS

Es tarde. Son unas niñas. Al menos para mí. De hecho, podrían ser mis hijas. Y quizás hasta mis hijas fueran vestidas como ellas: pantalón cortísimo, faldita mini muy ajustada, camiseta ceñida y una de esas chaquetillas por debajo del sobaco. Y zapatos altos: cuñas, plataformas… poca aguja, que eso debe ser para las tipas con clase… o para las maduritas, que tienen que echarle al oficio los recursos que el paso del tiempo les ha ido arrebatando. Pelo liso, tal cual, como marca la moda y ropa o accesorios en tonos chicle, que será lo que, me imagino, tiene más éxito entre la clientela.
Se aproxima un mulato poco mayor que ellas. Va con unos amigos. Imagino las bromas, las apuestas, el comadreo cargado de testosterona que se iban llevando al tiempo que se acercaban a las chicas. Se arrima a una. Ella le echa la mano al hombro, aduladora. Intercambian unas frases y el chaval se aparta y se encara con su amiga. Ésta ni lo toca. Se ve el percal, me digo. Hablan también y el fulano se aparta de las niñas, despidiéndose con unas risas que jalean sus amiguetes, que han estado contemplando el espectáculo unos metros más adelante. Al poco llega otro tipo que busca palique con la misma (la más rellenita, lo que son las cosas). Ella comenta y él asiente, y se marchan los dos calle abajo, el uno al lado del otro; sin hablar, sin tocarse, él las manos bajas y ella los brazos cruzados sobre el pecho. Se queda atrás su amiga, tres pasos, media vuelta, otros tres pasos, mascando chicle y esperando a Richard Gere. Y pasa a su lado, muy despacito, como en Pedro Navaja, un coche de policía…

#SafeCreative Mina Cb

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