lunes, 31 de agosto de 2015



VER… ¿O NO VER?

Esa es la cuestión.

Y es que parece que un ataque de ceguera progresiva se ha cebado con la gente de mi edad. Eso o bien que se ha cumplido el plazo que las nuevas tecnologías necesitan para acabar con la visión del personal. El caso es que cada vez me encuentro más personas que rondan los cincuenta y que me dicen eso de “yo es que sin las gafas ya estoy perdido”.
La otra noche, sin ir más lejos, salí a cenar con un grupo de amigos a los que veo de pascuas a ramos. Nos sentamos en una terraza débilmente iluminada y nos entregaron unos menús impresos sobre cartulina fucsia. Y yo me fui acercando y alejando la carta, en plan seguro que tarde o temprano las palabras van tomando forma. Y me daba no sé qué sacar las gafas de cerca, que una tiene su reputación de vista de lince. Y al final me decanté por un sándwich mixto, que lo tienen en todos los garitos, y ya no me molesté en buscar el de calabacín que es el que más me gusta. Y fue entonces cuando la peña empezó a comentar lo mal que se veían las letras negras en ese fondo tan chillón, y que mucho mejor resaltarían en blanco, y que vaya poca vista que habían tenido los dueños.
Los dueños decían. Hay que fastidiarse. Y al final me armé de valor y saqué del bolso las gafas de cerca, y nos las fuimos pasando de uno a otro del mismo modo que hace años nos pasábamos los cachis o los porros. Y hasta me las puse yo. Y comprobé que no tenían sándwich de calabacín. Y una vez que cenamos pagamos la cuenta y nos fuimos a dormir. A media noche.

Como los chicos buenos.

¡Ay…!

#SafeCreative Mina Cb

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