viernes, 11 de septiembre de 2015






HAZLO POR MÍ
(un cuento de ciencia ficción)

Es la frase favorita de lo reyes del escaqueo. De los vagos redomados. De los jetas. Claro que hay cosas que nadie puede hacer por uno mismo salvo uno mismo, valga la redundancia. Por ejemplo pis. O caca. Es por eso por lo que, a menudo, cuando vamos al baño, soltamos lo de “Voy a hacer algo que no puede hacer nadie por mí”. Para que la peña no se alarme al ver que nos levantamos del sofá después de llevar toda la tarde pidiendo a Fulanito o Menganita que nos traigan tal o cual cosa.
Pero… ¿y si fuera posible que otros pudieran hacer “eso” por nosotros? Lo que nadie puede hacer quiero decir; esto es, las funciones biológicas indispensables tales como comer, dormir o evacuar; esas cosas que no pueden ser delegadas en nadie y que, en caso de dejar de hacer, nos suponen la muerte segura.
No sé… imaginemos que esto fuera factible: que existiese la posibilidad de que otros se ocupasen de nuestras necesidades fisiológicas. Incluso en el trabajo. Las empresas iban a ahorrarse un pastón en salidas al baño, almuerzos, cafecitos y demás tonterías. Incluso se podría hacer jornada intensiva porque por no ser necesario, no sería necesario ni dormir. Y aguantaríamos como jabatos todo el tiempo al pie del cañón, sin descanso, delegando el pis, la caca el sueño y el papeo en empleados que la empresa reclutaría tan sólo para eso: para realizar las funciones vitales de la plantilla y así optimizar al máximo el rendimiento laboral. Claro que a ver… porque, por ejemplo, aquél que se dedicase, pongamos a hacer pis por todos los empleados, no podría permitirse el lujo de perder horas durmiendo, con lo cual el durmiente debería delegar en él sus tareas urinarias con el fin de poder hacerse cargo de cumplir con el tiempo de descanso del otro. Y así, en todas las empresas habría personas que estarían todo el tiempo comiendo, o bebiendo, o durmiendo, o haciendo pis o caca mientras que el resto se entregarían al trabajo durante la totalidad del curso de su existencia. Claro que en tal caso a ver quién se encargaba de renovar la población, porque si la peña no dejaba de currar no le iba a quedar un minuto libre para la procreación, con lo cual sería necesario emplear a otro grupo de personas de ambos sexos en semejante tarea, folla que te folla y pare que te pare, menudo agotamiento. Y sin comer además, que de eso se seguirían ocupando los profesionales de la especialidad. Y de este modo, todas esas actividades que a menudo nos resultan tan molestas (cómo fastidia tener que despegarse del sofá para hacer pis cuando uno está viendo una peli interesante) acabarían por convertirse en leyendas que terminaríamos por añorar. Y recordaríamos con nostalgia esos ratitos pasados en el baño, leyendo una revista, o el tupperware de garbanzos de la madre a mediodía echando unas risas con los colegas de oficina, o esos veinte minutos de siesta que te dejan como un rey cuando has estado toda la mañana aguantando a gilipollas. Y la vida se convertiría en un pasillo gris e interminable donde todas las baldosas serían del mismo tamaño. Y ya nada tendría sentido. Y todos los negros presagios que destilaban los viejos films de ciencia ficción se harían realidad. Y el mundo se convertiría en un infierno. Y nosotros en máquinas productivas que nacerían y morirían sin más. Y no habría necesidad de vacaciones, porque también existiría gente especializada en vaguear por nosotros. Y se aburrirían soberanamente, dicho sea de paso… ¡Qué asco, todo el tiempo en la playa y visitando monumentos, sin comer ni dormir y sin hacer ni pis ni caca!

En fin… que mejor que nadie haga nada por nosotros. Que estas cosas se sabe cómo empiezan pero no cómo terminan. Que lo mismo, y ya puestos, se les ocurre crear robots que se ocupen de esos menesteres… ¡Y a tomar por saco todos!

#SafeCreative Mina Cb

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