lunes, 7 de diciembre de 2015



IRMA… SIN WYLDER

Entró al local. Hacía frío y la atrajeron el olor y el vaho en los cristales. Él se acercó y le preguntó si podía ayudarla en algo. Ella no entendió la orientación profesional de la frase y se inventó una historia cotidiana que clavarle en los ojos mientras se aguantaba las lágrimas y el dolor de los golpes de la madrugada anterior. No tenía dinero. Sólo quería un café. Caliente a ser posible. Y algo de compañía con la que olvidar la sordidez de aquel apartamento en el que él dormía, a buen seguro, mientras las luces del mediodía destellaban sobre la piel desnuda de alguna jovencita. Esta vez, pensó, no volvería. Buscaría una forma de ganarse la vida lejos de su sombra y de sus puños.
Él había reparado en las marcas viejas y amarillas que el despintado y excesivo maquillaje apenas ocultaba. Le tiró un expreso fuerte y denso y la miró con ternura mientras ella sujetaba el vaso sin mediar palabra, no atreviéndose a beber.
“No te matará.- le advirtió, sonriendo- El café, digo”.
Y la chica empezó a llorar desconsoladamente. Tanto que él salió para sentarse junto a ella y abrazarla.
“Es este frío, que me encoge los huesos”- murmuró, quedamente, las lágrimas empapando su camisa y los aromas del café y de su perfume acariciando su alma desolada.

#SafeCreative Mina Cb

No hay comentarios:

Publicar un comentario