domingo, 7 de febrero de 2016



CRISIS

Romperse el cuerpo.
Fundirse la energía.
Enterrar el presente pensando en el mañana.
Producir.
Cotizar.
Meter más horas.
Temer al desempleo.
Preferir el ERE.
Bajar los ojos.
Morderse la lengua.
Reventarse la espalda.
Y el miedo.
El miedo gris.
Gris como el de mi abuelo.
Como el de mi padre.
Como el mío a veces.
Mi abuelo fue detenido.
Estuvo a punto de morir
(se libró en el último momento)
para que mi padre no tuviera miedo.
Mi padre trabajó en silencio.
Al fin yo pude gritar.
Gracias a ellos.
A quienes gritaron y me enseñaron a gritar.
Los vi correr.
Manifestarse.
Ser golpeados.
Alzar el puño.
Levantar la voz.
Rebelarse.
Reclamar derechos.
Mejorar las cosas.

Casi llegamos a creer que podíamos ser iguales.
Iguales a los otros.

Pero no.
Todo fue en vano.
La detención de mi abuelo.
El silencio de mi padre.
La lucha de ellos.

Decidieron que habíamos llegado demasiado lejos.
Se inventaron la palabra crisis.
Y nos la tatuaron en la piel.
Para que no olvidásemos quienes somos.
Y así siguiéramos
(como debe ser)
presos de nuestros temores al futuro
y condenados
a jamás
disfrutar del presente.

¡Malditos sean!

#SafeCreative Mina Cb

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