domingo, 13 de marzo de 2016



UTILIZAR SÓLO EN PERFECTAS CONDICIONES DE SALUD (MENTAL)

Esta es exactamente la recomendación que debería acompañar a los embalajes de los equipos de música ambiental. O mejor dicho, y yendo más lejos todavía, dicha indicación debería ir pegada al aparato junto con el dibujo de una calavera y un par de tibias cruzadas.
Y es que no hay cosa más nociva para la salud mental que los hilos musicales.

 Ejemplo: tú acabas, qué se yo… de romper con tu pareja. Llevabais juntos más de veinticinco años y os conocisteis en la boda de una prima suya con un primo tuyo cuando estaba sonando… no sé… el “Malpaso Man”, de los Visage, que es una canción prácticamente desconocida y de la que no se volvió a tener noticia desde mitades de los ochenta. Y ese día sonaba porque sí… tontamente. Y mira por dónde que él te confesó que le encantaba y tú te volviste loca buscando el cd, que estaba descatalogado, y al final lo encargaste a una tienda londinense y con el tema de los portes te salió la broma por riñón y medio. Pero a él le cautivó y te pidió que os casaseis ese mismo día. Y la verdad es que no habíais vuelto a escuchar la cancioncilla juntos porque él llevaba el disco en su coche y a ti el tecno nunca te había dado ni frío ni calor.

Pues bien: resulta que, seis meses más tarde de la ruptura y justo el día de vuestro aniversario, que tú has amanecido hecha una mierda y te has ido de compras porque en casa no parabas de llorar, el destino, que es un grandísimo y oportunísimo cabrón, te escupe el puto “Malpaso Man” por el hilo musical de la boutique apenas entras por la puerta. Y corres a refugiarte en el baño, donde te hartas de gimotear para comprobar, en cuanto te calmas un poco y vuelves a sumergirte entre la vorágine de las perchas dispuesta a fundir hasta la banda magnética de la Visa, que el maldito engendro aún no ha terminado. Porque entonces vomita sobre tu maltrecho corazón la melodía que elegisteis para cortar el pastel de boda (otra reliquia musical de las que se escuchan una vez cada mil años). Y luego la canción que sonaba en la radio en el momento en que él te dijo que se iba. Y más tarde esa balada tan triste que un cantante irlandés susurraba al micro en un programa de la tele en el instante en que él cerró la puerta tras de sí antes de marcharse para siempre.

Y da igual una ruptura que un funeral que una avería en carretera. El cabrón del hilo musical tiene la extraña habilidad de tocarnos la fibra sensible en el peor momento. Me lo decía una amiga, la otra noche, después de un par de birras: “Para entrar a lugares con música de ambiente es necesario hallarse en una situación de absoluta estabilidad emocional”- afirmaba, mientras ilustraba su tesis con un puñado de ejemplos que yo escuchaba, atónita y divertida, sin dejar de asentir con la cabeza.

-“Tienes que escribir sobre esto”- sentenció.

#SafeCreative Mina Cb













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