lunes, 5 de septiembre de 2016

 


NUEVE DE CADA DIEZ

Se quedó patidifusa el verlo. Y le llamó poderosamente la atención el taconazo, la verdad. Y ese halo rojo puticlub que envolvía la figura.
“No puede fallar”- se dijo. Y lo echó al carro, que además no era caro, para qué nos vamos a engañar. Claro que lo hizo así como que muy despistadamente, como el adolescente que compra condones y los esconde debajo de quince paquetes de donuts que luego no se come para que a la cajera le pasen desapercibidos (los condones digo). En fin, que aparte de ese frasco compró seis o siete más, diferentes entre sí aunque todos pertenecientes a la misma línea. Es lo que tienen las grandes superficies, que si llevas pasta nunca te quedas con la duda. Además compró champán francés. Por si funcionaba el gel. Y alguna otra cosilla.

Ya en casa se puso las gafas de cerca y releyó la etiqueta que rezaba: “Seductora para nueve de cada diez hombres. Piel suave y sensual”. Que, a ver, recién estrenados los cincuenta y con más manchas cutáneas que un guepardo le resultaba un tanto pretencioso, pero nunca se sabe. También estaba el desodorante ese masculino que según los anuncios convertía en irresistibles a los hombres.

Así que lo probó. Un sábado que había quedado con las amigas. No solo se duchó sino que además se lavó con él el pelo. Y lo había usado como detergente para la lavadora que hizo aquella misma tarde y en donde estaba el conjunto super sexy que pensaba ponerse.
Se calzó unos tacones. Que no tenía costumbre pero que como dicen que levantan el culo le parecieron perfectos para la ocasión. Y allá que se fue, disfrazada de adolescente, a darlo todo con su panda de amiguitas.

Y la verdad es que resultó. No se sabe muy bien si por el gel, por los andamios o porque ella decidió sentirse atractiva aquella noche pero resultó. Se le acercaron hombres. Un tanto estúpidos, la verdad, pero hombres al fin y al cabo. Nueve en concreto. Claro que no le hizo tilín ninguno. Y como una cosa es salir de ligoteo y otra conformarse con lo primero que aparece, fue dejando pasar la noche, un pelín decepcionada, y justo cuando estaba a punto de largarse lo vio, apoyado al otro lado de la barra y de charla con el barman. Jolines que sí era interesante. Y la había mirado un par de veces, que ella se dio cuenta. Llamó al camarero, que era amigo suyo, para interesarse por el tipo y éste le dijo que casualmente hacía unos minutos él le había preguntado por ella. Y le había comentado que vaya una mujer vulgar y estrafalaria, con esos tacones y esa vestimenta que no le pegaban nada a su fisonomía.

Cuando llegó a casa aquella noche el frasco de gel descansaba sobre la repisa del lavabo.

“Seductora para nueve de cada diez...”

#SafeCreative Mina Cb

Nota de la autora: ¡Hay que joderse!

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