martes, 22 de noviembre de 2016

 



GRIS

No podía creérmelo. Cuando me he levantado esta mañana todo parecía en orden. En fin, un otoño de estos raros en plan efecto invernadero de juliembre, con hojas en los árboles y rayadicas de sol que entran ganas de ponerse el monokini algunos días y una niebla que esto parece el Soho londinense otros, pero lo normal en esta época de poluciones y cambios climáticos y gobiernos que se pasan el protocolo de Kioto por el forro del fondo monetario.
Así que me he desayunado un puñado de pericas sanjuaneras, que aún están cojonudas porque no hace frío (o lo mismo son almerienses o venezolanas, o hasta chinas traídas en la bodega de un barco de estraperlo) y un café cargadico con un par de cafareles y allá que me he ido, a darle a la zapatilla por la ruta del colesterol que tengo más a mano. Pero cuál ha sido mi sorpresa cuando al salir por el arco de la vía, ese que está junto a la Magdalena, me veo un espectáculo de secuela de Blade Runner... el puente gris, el río como de mercurio y los árboles blancos, no en plan nevada de película yanki, sino más bien como en la cencellada aquella del dos mil y poco, que se pegó el campo cubierto de rosada más de una semana. Y me digo, ya está, ya están aquí... esas señales que había pintadas en el suelo hace unos meses en color fosforescente, que yo avisé de que eran los marcianos que iban dejando pistas para la invasión, y hasta publiqué un cuento pero nadie me hizo caso... Claro que no había evidencias de una posible colonización, o sea que el móvil funcionaba, que digo yo que si tú eres un extraterrestre con dos dedos de frente y te pones a invadir, lo primero que haces es inhabilitar los satélites para que no lleguen señales de alarma al exterior, que yo estoy segura de que los de la Nasa, que son tan listos ellos, tienen ya alguna conexión interplanetaria para que alguien venga a defendernos si se diera el caso, o incluso para poner pies en polvorosa y emigrar a otro sistema si la cosa se pone chunga de verdad. Y claro, al pensar en la Nasa me ha venido a la cabeza el Donald Trump ese, que es como su tocayo el pato de inconsciente pero que además tiene el botón de la bomba nuclear. Y me digo, vaya, ya se ha pillao el pavo este un ciego de Budweiser, se le ha aflojado el pulgar y le ha dado al botón y estamos poseídos por la radioactividad. Y yo me he acordado de mi gato, el pobre, que lo había dejado en el balcón porque hacía bueno, y de su insuficiencia renal, y de todas esas chorradas que te pueden venir a la cabeza cuando sientes que te queda menos que a Piolín en una peli de los Gremlins. Y de repente he visto a un loco por ahí con una cámara de fotos, gesticulando como un mago entre el paisaje y luego alejándose para tantear el encuadre, y volviendo a bracear porque un árbol se le había quedado un poco verde, y encuadrando otra vez, y así todo el rato. Y me he acercado y le he dicho que si no era un poco mayor para andar por ahí engriseciendo el medio ambiente, y que me había dado un susto de muerte, y que por qué no podía pasar su tiempo libre mandando mensajes chorras por el móvil y saturando los buzones de los grupos de whatssap como hacen la mayoría de los gilipollas que se aburren. Y él ha dado media vuelta y, sin mediar palabra, me ha enfocado con el objetivo...

Y al llegar a casa he descubierto que yo también soy gris.

#SafeCreative Mina Cb
Foto de Jose Miguel Jimenez Arcos

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