lunes, 13 de marzo de 2017

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 LA RECETA ( un cuento de los tiempos de nuestras abuelas )

Era un poco como la fórmula de la Cocacola… Había ido pasando de una a otra generación de mujeres de la familia sin quedar jamás escrita en un papel. Y no se desvelaba a nadie que no perteneciera al clan por consanguinidad… esto es, ni nueras, ni cuñadas…. Nadie. Las madres la enseñaban a sus hijas y estas a las suyas y así sucesivamente…

Pero Sofía les salió rana. La única niña entre ocho hermanos varones y cuando llegó el momento del rito iniciático ella escapó por la puerta del granero y se fue al río a pescar con un amiguito del pueblo, un tanto golfete y nada recomendable para una muchachita de su clase, le dijeron cuando apareció por casa, ya de noche, con el vestido empapado y un par de peces ensartados en una rama-arpón.
Tantas veces intentó su madre enseñarle la receta, tantas veces ella puso un pretexto. Y todos sabían que era imposible obligarla a hacer nada. Sofía era rebelde, díscola. Tenía un carácter inusual para la educación que había recibido. Y lo peor en una niña de su mundo. Era inteligente. Y de la misma forma que en sus planes no entraban las recetas de cocina tampoco entraban los casorios apañados. De manera que en cuanto se olió que sus padres preparaban una fiesta para presentarla en sociedad, se fugó de la casa, del pueblo y de la comarca con su amigo el pescador.

La fortuna, cuentan, los llevó de un lado a otro del país y más tarde del continente. Dicen que la vieron en Paris, en un burdel… que la vieron en Venecia mendigando, que la vieron en Berlín trabajando en un cabaret… la verdad es que la llegaron a ver incluso en lugares que ni las propias personas que lo contaban habían visitado nunca… Pero siempre hay, ya se sabe, un primo del primo de un sobrino que ha creído ver a alguien haciendo algo en alguna parte.

Regresó a la vieja finca muchos años después de que sus padres fallecieran. Se acercó al lugar donde reposaban y les pidió perdón por su comportamiento, por el sufrimiento que su rebeldía les había causado. Pero les dijo también que ni en el más duro de los momentos que había atravesado se arrepintió de su huida. Había sido lo que ella soñaba de pequeña: feliz, aventurera y libre.

Su hermano mayor le entregó un sobre que su madre había dejado para ella… ¡No podía creerlo! ¡Era la receta!... La receta que había pasado de madres a hijas, de generación en generación, y que su tozudez (apuntaba mamá en una nota al pie de página) iba a hacer que se perdiera para siempre.

Se encerró sola en la cocina, ese espacio enorme que había sido escenario de tantas discusiones. Trasteó en los armarios hasta reunir todos los ingredientes. Trabajó durante horas, quemándose los dedos, ensuciándolo todo, chamuscando cazuelas.

Y las croquetas le quedaron asquerosas.

Como era de prever.

#SafeCreative Mina Cb

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