sábado, 23 de diciembre de 2017

 


PUZZLES

-Es para mí- le dijo a la dependienta, que ya estaba preparando el papel de colores y las cintas.

-Disculpe- respondió ella. Estos días todo es para regalo.

Sonreía abiertamente y a él le gustó la sonrisa. Tanto que se atrevió a invitarla a tomar un café cuando saliera. Ella rechazó la invitación pero él volvió al día siguiente. Y el siguiente al siguiente. Y el siguiente al siguiente al siguiente. Y así durante un mes hasta que ella al fin dijo que sí. Y empezaron a verse pero la cosa no acababa de fuir. No había feeling. No tenían demasiado de qué hablar. Pero el tipo se sentía solo y a ella le daba no sé qué darle un disgusto. Cada vez que salían ella volvía a casa pensando en que aquello tenía que acabar. Que no tenía sentido. Que no era honesto seguir con aquel juego. Hasta que un día se tropezó con alguien tontamente. Un tipo de estos con los que te pones a hablar y parece que le conoces desde siempre. Y fue entonces cuando de verdad estableció la diferencia. Así que aquella tarde, cuando él la invitó a su casa para enseñarle el puzzle, ella no sabía muy bien cómo empezar. Él estaba orgulloso, un Ravensburger de 10.000 piezas, de esos que llevan mil tonos de azules y que cuesta un huevo hacerlos. Lo iba a enmarcar y pensaba regalárselo, le dijo. Ella pasó la vista por la superficie satinada y detectó al primer vistazo una zona irregular. Le pidió la caja y comprobó la fecha de fabricación y el número de serie. Mierda. Lo sabía. Pertenecía a una partida defectuosa que había sido retirada del mercado, pero parecía que este rompecabezas se les había despistado. La mujer extrajo con dificultad la pieza, de distinta tonalidad que las del resto y que había sido encajada a la fuerza por el chico, deformando todas las de alrededor.

-Tengo que decirte algo- sentenció.

#‎SafeCreative‬ Mina Cb

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